La belleza del mundo es tan frecuente,
tan desinteresada de sí misma
que hasta se desvanece en certidumbre
y acaba por nublarse a nuestros ojos.
Conviene contemplar la luz con más paciencia
y darle una atención encandilada.
De tanto ver la luz hemos perdido
la exacta proporción de ese milagro
por la absoluta magia de estar siendo
en vez de no haber sido en absoluto.
Por eso es un pecado de extrema ingratitud no dar las gracias
con la voz y con el pensamiento
con la muda fe de los sentidos
con la muda fe de los sentidos
por la absoluta magia de estar siendo
en vez de no haber sido en absoluto.
Si nos dejamos ir de nuestras manos
por el puro placer de andar perdidos
estamos en nosotros más que nunca
y a la intemperie hallamos el cobijo
por la absoluta magia de estar siendo
en vez de no haber sido en absoluto,
por la absoluta magia de estar siendo
en vez de no haber sido en absoluto.
(Gracias a Montse Brió por esta letra)