En las playas de septiembre
hay la típica agonía,
los amores de recambio,
la mañana de otro día.
Aburridos como ostras,
somos gente de ciudad,
desvelados por la noche,
para luego despertar.
El cielo de las vírgenes
que inunda con su azul,
un sueño metafísico,
no ser quien eres tú.
Y en cambio somos radioactividad,
desocupados como tantos hoy,
esclavos de filosofía de bar,
de no saber quien soy... oh no...
de no saber quien soy.
Y que haremos en la vida,
tal vez nada, por qué no,
somos barcas sumergidas
somos fuego sin calor.
El cielo de las vírgenes,
que pasa sobre ti,
amarse no es obligación, lo sé,
no lo hagas porque sí.
Seremos dos románticos robots,
dos cómplices viviendo su odisea,
en vez de ese brutal electroshock
de amarse solo un día, y ya,
tu no te sientes mía.
El cielo de las vírgenes, oh yeah, oh no,
que pasa sobre ti,
la luna estroboscópica, oh yeah, oh no,
que hechiza al salir.
Es la constelación del desafío,
el cielo que nos trata de cubrir,
cantemos al amor, cariño mío,
mañana no estarás aquí,
mañana no estarás.
El cielo de las vírgenes, oh yeah, oh no,
que inunda con su azul,
un sueño metafísico, oh yeah, oh no,
no ser quien eres tú.
El cielo de las vírgenes, oh yeah, oh no,
que pasa sobre ti,
la luna estroboscópica, oh yeah, oh no,
que hechiza al salir.