El mar escupá­a un lamento
tan tenue que nadie lo oyó.
Era un dolor de tan adentro

que toda la costa murió.

Llora lamentos la nube que enfermó
Y escribe espantos en la arena el dolor.
Arrulla el miedo a un delfá­n que bebió
de un agua negra, su suerte emigró.

Ven, quiero oá­r tu voz,
y, si aáºn nos queda amor,
impidamos que esto muera.
Ven, pues en tu interior
está¡ la solución,
de salvar lo bello que queda.

Donde se acomoda la usura
nacen la ambición y el poder,
y este germina en la tierra,
que agoniza por interés.

Y una gaviota cuentan que decidió
en acto suicida inmolarse en el sol.
Rá­e desprecios un barco que encalló,
y se desangra en su lecho: LA MAR!

Ven, quiero oá­r tu voz,
y, si aáºn nos queda amor,
impidamos que esto muera.
Ven, pues en tu interior
está¡ la solución,
de salvar lo bello que queda.

Hagamos una revolución,
que nuestro lá­der sea el sol,
y nuestro ejército
sean mariposas.

Por bandera otro amanecer
y por conquista comprender
que hay que cambiar
las espadas por rosas.

Mientras te quede aliento
ve a buscar con el viento
ayuda, pues apenas queda tiempo...

Ven, quiero oá­r tu voz,
y, si aáºn nos queda amor,
impidamos que esto muera.

Ven, quiero oá­r tu voz,
y, si aáºn nos queda amor,
impidamos que esto muera.
Ven, pues en tu interior
está¡ la solución,
de salvar lo bello que queda.

Ven, quiero oá­r tu voz,
y, si aáºn nos queda amor,
impidamos que esto muera.
Ven, pues en tu interior
está¡ la solución,
de salvar lo bello que queda.

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