Cuando se cierre la veda,
no habrá sonetos mas jondos
que los de Miguel Poveda.

Ese compás que se juega la vida,
ese compás que se juega la vida,
ese compás que se juega la vida,
ese compás que se juega la vida.
Ese compás que se juega la vida,
esa agujeta pinchando el vacío,
esas falsetas hurgando en la herida,
esa liturgia del escalofrío.
Esa arrogancia que pide disculpa,
ese sentarse para estar erguido,
ese balido ancestral de la pulpa
del corazón de un melón desnutrido.
Esa revolución de la amargura,
ese carámbano de pez espada,
ese tratado de la desmesura.
Esa estrellita malacostumbrada,
ese Morente sin dique ni hartura,
ese palique entre Enrique
Palique entre Enrique
Enrique y palique
Enrique y Granada
Ese cómo, ese qué, ese hasta cuando,
ese pulso ganado a la muerte,
ese Enrique Morente cantando
Ese cómo, ese qué, ese hasta cuando,
ese pulso ganado a la muerte,
ese Enrique Morente cantando
Ese cómo, ese qué, ese hasta cuando,
ese pulso ganado a la muerte,
ese Enrique Morente cantando
Ese cómo, ese qué, ese hasta cuando,
ese pulso ganado a la muerte,
ese Enrique Morente cantando

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