Eras jardín de naranjas.
Huerta de mares abiertos.
Tiemblo de olivas y pámpanos,

los verdes cuernos.
Con pólvora te regaron.
Y fuiste toro de fuego.

Le están dando a ese toro
pastos amargos,
yerbas con sustancia de muertos,
negras hieles
y clara sangre ingenua de soldado.
¡Ay, que mala comida para este toro
Verde,
acostumbrado a las libres dehesas y a
los ríos,
para este toro a quien la mar y el
cielo
eran aún pequeños como establo!

Lloraba recio, golpeando, oscuro,
las humanas paredes sin salida.
Para marcarlo de una sacudida,
lo esperaba, la luz fuera del muro.
Grito en la entraña que lo hincó,
futuro,
desventuradamente resistida
por la misma cerdada, abierta herida
que ha de exponerlo al primer golpe
duro.
¡Qué desconsolación y qué ventura!
Monstruo batido en sangre, descuajado
de la cueva carnal del sufrimiento.
Mama la luz y agótala, criatura,
tabícala en tu ser iluminado,
que mamas con la leche el pensamiento.


(Gracias a Xálima por esta letra)

Comments