La habana, 1990, estaba yo hinchándome de ronsito con mi gran amigo el negro Gualberto Ramires, cuando de repente y debido a la caló que hasía, 45 grados a la sombra de un bananero que daba las bananas como brasos, llega mi amigo Gualberto y se quita la camisa:
Mira mi helmano, mira mi helmano, por las maracas de Machín que yo nunca había visto cosa iguá:
Tenía tó los pelos del pecho llenos de bolillas, tenía el tío tó los pelos de la balba lleno de bolillas, tenía el tío tó los pelos de la cabeza lleno de bolillas, estaba tó lleno de bolillas y le pregunto: ¿pero chico, pero chico cómo puede sel que tengas tantas bolillas? Y me dise mi gran amigo el negro Gualberto:
Porque yo soy el bolero. Yo soy el bolero en persona, chico, yo soy el mejor bolero del mundo entero y el mejor bolero de tó la zona.
Yo soy el bolero,
yo soy el bolero en persona,
yo soy el mejón bolero del mundo entero,
el mejón bolero de tó la zona.
Yo soy el bolero desde el día en que nasí,
y es que desde chiquenino ya me hasía bolillas
con los bichos de la narí.
Cuando el jefe me lo permite
y el tiempo y el trabajo a mí me dejan
yo me hago bollillas
con la sera que tengo en las orejas.
Hay una cosa por la que muero, una cosa
por la que no vivo, y es cuando me hago bolillas
con la surrapilla que me sale en el ombrigo
Por las tardes me dan las 8, me dan las 9,
las 9 y media, por las tardes me dan las 10
hasiéndome bolillas con las pelusillas
que se me quean entre los deos de los pies.
Cuarquier día me vuelvo loco,
cuarquier día me da un arrebato,
y es que me encanta haserme bolillas
con los pelillos de los sobacos.
Pero hablando de pelillos y hablando de bolillas,
yo te juro que las que más me gustan
son las que me hago cuando me arrasco...