En un febrero frío y febril sin proponerlo la conocí
tenía raybans dorados y una remera de dalí
no sé cómo la hice sonreir, me dijo “tonto”
y se quiso ir, “no vamos a dormir juntos, no
te ilusiones, mi nombre es abril”
conversamos del mar, de pynchon y de dahl
me burlé de sus zapatillas, y caminando juntos
buenos aires se volvió tan irreal
se frenó en seco y me miró, me dijo “acá
es donde vivo yo. tengo dos discos de
bowie y uno de dylan, ¿querés pasar?”
fumamos juntos en el balcón y le canté una
canción de paul, me dijo “vos sos muy beatle,
yo prefiero a los stones”
cuando el anochecer te acaricia la piel
se borran las cicatrices de las horas tan
pasadas, desgastadas y esfumadas del ayer
y no sé si en verdad no me puedo empezar
no se puede correr sin saber caminar
y en el libro del pasado quedará:
ella y yo, dos almas rotas en la ciudad
y cuando marzo empezó a asomar
trayendo el frío a la ciudad, bajo un cielo
anaranjado ella brillaba como el mar
me miró fijo y no sonrió más, me dijo
“pablo, sabés cantar, pero vos no entendés
nada del mundo real”
cuando el amanecer te rasguña la piel
vuelven las cicatrices de las horas tan
pasadas, desgastadas y esfumadas del ayer
y no sé si en verdad no me puedo empezar
no se puede correr sin saber caminar
y en el libro del pasado quedará:
ella y yo, dos almas rotas en la ciudad
y no sé si en verdad no me puedo empezar
no se puede correr sin saber caminar
y en el libro del pasado quedará:
ella y yo, dos almas rotas en la ciudad
(Gracias a Tiradavolada por esta letra)