Album: Domenica

Ni toneladas de oro,
desde tan abajo no vemos el cielo.
Soñando lujo,
viéndolo lejos,
no hay truco.
Mi chistera, tu conejo.
Tenías las cartas marcadas,
mi cara en las monedas, pero no importaba.
Cerca de ti porque lejos no hay nada.
La tierra es plana y en el borde las piernas colgadas.
Esa sonrisa no estaba forzada.
Escribo mientras apuro la calada.
Arrugas en la cara,
algunas canas,
alguna tara.
El tiempo sana,
pero también mata.
Mirando fotos de los noventa,
dibujos de mi hermana en la carpeta.
Ya tuve roto el corazón por una puta.
Ya estuve de luto por más de un colega.
Hablo vida,
sigo en vado.
Fuera nevando.
Quiero risa, llueve llanto.
He visto caer a tantos que me hago el tonto.
No te hago caso,
miro para otro lado.
Lavo el suelo por los que no están.
Cuando yo me vaya enfriad champán.
Tiempos pasados que no volverán.
El viejo y el mal.
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Los días de mierda que duran como tres otoños.
Aún pienso en su coño a pesar del daño.
Pasaron los años por el niño.
A dos agujas son mas fuertes que mis puños.
Echo de menos compartir habitación con Jaime,
hablar en la litera aprender algo siempre.
Nos miraban jugar al balón los yonkis.
Había jeringas en el césped,
nos prohibían bajar al parque.
Escribir porque dejo de callar.
El miedo a fallar a veces no te deja avanzar.
Sé que volveré a fracasar;
Lo suelo joder,
la suelo cagar.
No tengo metas,
nunca dejo de empezar.
Ves el horizonte, pero te separa un mar.
Espero desde el suelo abrir los ojos,
Ver un brazo o no me volveré a levantar.
Si se pudiera pulsar el botón de reiniciar...
vivir tranquilo,
encontrar tu mitad.
Me queda to' lejos en verdad.
Me comí mierda pero nadie me hará masticar.
Único demo no habla de profetizar.
Salgo a hostias con quien te haga llorar.
La ciudad, siempre quise volar.
Aquí abajo es imposible no despreciar.

(Gracias a María por esta letra)

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