Из альбома: Crónicas de Bruno del Breñal

Un hombre tena una piedra
y en ella estaba sentado,
era un sujeto ambicioso
y se dira que reservado.
Y el hombre tena su piedra
y era suya y nada ms...
-que se consigan su propia piedra
todos los dems.
Dijo y volte para atrs.
Este hombre se haba
pasado tardes enteras
sentado en el lomo de la piedra.
Una piedra grande y vieja
que hace mucho mucho tiempo
haba ocupado un alto sitio,
abarcando una amplia zona
donde todo era bonito.
Y el hombre
deca que suyo era
lo que se haba encontrado,
y lo protega y guardaba
ms tiempo del necesario.
Pero a cambio bien vala
sacrificar comodidad,
por el indeseable gusto
de guardar su propiedad.
Pas el tiempo, algunos aos,
y el hombre segua sentado
algo aburrido, pero firme.
-que se me tuerza la espalda
si me levanto para irme.
Dijo y continu sentado
mucho ms tiempo
de lo que he tardado yo
en contarlo, s!
Hasta que se le torci
la espalda de tal manera,
que an no he visto en la ladera
rama ms torcida y chueca,
como la espina dorsal
de ese tal cabeza hueca.
-Que venga el diablo por m,
si me paro yo de aqu.
Dijo y se qued sentado
ms tiempo del que pas,
en lo que cuento la historia de este hombre,
si la memoria no me falla.
Y ocurri,
que pas un da tanto tiempo,
que de viejo se muri.
Y adems, muri contento
pues segn su entendimiento,
fue cumpliendo su deber
como se vio envejecer.
La piedra sigue en su sitio,
y muchos hombres han pasado,
hijos todos de aquel hombre
que les hered el mandado.
Por esto, quise contar
lo que a la piedra sucedi,
y si mal no me recuerdo
ms o menos supe yo...
Que a la piedra lleg un

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