Te conocí muy pronto Jesusito de mi vida.
Algo me dijo que eras buena compañía.
En Navidad eras niño en el Belén.

Algunas veces te cantaba villancicos.

En Semana Santa ya eras todo un hombre.
Eso sí que es crecimiento milagroso.
Año tras año no había forma de salvarte.
Hicieras lo que hicieras iban a crucificarte.

Es bueno tener un amigo.
Aunque sea un amigo imaginario...
y no exista.

Cuando fuí mayor de edad murió mi corazón.
Me hice racional, pensé con la cabeza.
Como era de esperar llegó mi crisis de fe...
y no existe la oración que me vuelva a hacer creyente.

Puede que sea una cuestión de educación.
Puede que sea efecto de promoción.
Pero cada Navidad me sorprende comprobar
que creyente o no, no he dejado de quererte.

Es bueno tener un amigo.
Aunque sea un amigo imaginario...
y no exista.

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