Anduve perdido por las calles del amor,
cayendo bajo y el cielo nunca me hablo
sin la esperanza en mi rojo auto sport,
con trajes viejos y zapatos de charol.
Anduve sin ropa en los vahos de la fe,
aún me estoy riendo y no entiendo el porqué,
estuve sin rumbo como cría de leopardo,
desorientado al pie del kilimanjaro
Estuve esperando el canto de un ruiseñor,
todas las mañanas en una casa en Colón
sin saber porqué el viento se llevó,
aquella doncella preciosa primavera.
Y nunca me habló, me refiero al sol,
maldito lugar, y la singular,
colección de amores,
se hizo trizas en el aire.
Yo no sé muy bien
si por vanidad o por orgullo cruel
uno se hace fiel adicto al absurdo
baile de los ojos muertos.