A la Serafina le pasan cosas
camino lento al Tilián,
algunas pa´ recordarlas,

las otras, mejor callar.

Pa´l tiempo del carnaval,
en coplas a media voz,
caja en mano la vieron pasar.

Una flor así no hay en todas partes,
pa´ hallarla hay que caminar,
que el que anduvo por Chicoana,
qué gusto se pudo dar
de verla desparramar,
como si fueras monedas,
las migas de su delantal.

Serafina, serafina,
qué lunas te fuiste a buscar,
creciente como tu alma,
menguante como tu andar.

Se vuelve poncho de luz
que nace en la oscuridad,
cerro adentro llorando
el Tilián.

En la cruz del sur se santigua el viento
y descansa la oración,
pa´ acompañarla en sus rezos
que le agranda el corazón.

Mañana hay que madrugar,
que el surco de cara al sol,
no perdona siquiera la edad.

Serafina Páez no dijo nada,
despacio calló su voz,
agüita de manantiales
queriendo apagar el sol.

La cinta de cardenal,
su pecho ardiendo de amor,
piel cobriza la noche se abrió.

Serafina, serafina,
qué lunas te fuiste a buscar,
creciente como tu alma,
menguante como tu andar.

Se vuelve poncho de luz
que nace en la oscuridad,
cerro adentro llorando
el Tilián.

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