Tendido extiendo los brazos y espero inmóvil a que
el suelo quiera hablarme con golpes de tos.
Y cuando me concentro las llagas que separan
las baldosas se retuercen en morse
para llamarte donde vives ahora,
en el filamento de la bombilla,
aterciopelando lo que vas rozando al desbordarte.
Te noto en las costuras de mis sábanas,
cosiéndote con crujidos de reloj
que me mordisquean como una termita,
y me atan con raíces fuertes y rizadas,
enciclopedia sólo de palabras que te sinoniman.