Como cada viernes
salgo a dar una vuelta.
A quemar la semana.
Y caminar a la deriva. Caminar.
Siéntate.
Siéntate, ven, cuéntame.
Siéntate. Cuéntame.
Ven, siéntate. ¿De dónde sales tú?
Salgo. Vuelve a ser viernes.
Salgo a respirar aire y callejear.
Y caminar a la deriva; andar y andar.
Siéntate.
Siéntate, ven, cuéntame.
Siéntate.
Ven, siéntate, cuéntame, ¿de dónde sales tú?
Usa mis manos, mi nombre, mi ropa, mi ordenador.
Háblame toda la noche si me quieres convencer.
Un rato, una hora, un día. Un tiempo sin determinar.
Tarda una vida en contarme lo que me quieras contar.
¡Ay! si tu quisieras...
Mi corazón es un tam-tam.
Una postal desde Idaho.
Un disco viejo.
Una moto disparada.
Un final de mes.
Un túnel sin tren.
Una granada.
Un corazón que se desgrana.
Es un avión sobre la Pampa.
Hola y adiós, hasta mañana.
Quemar semanas.
Dame alguna pista o dime ya te llamaré.
O llámame.
Tu nombre al menos, si vas a desaparecer.
Hoy es viernes
y los sueños brillan más.
Hoy es viernes y quiero bailar.
Sólo bailar.