Lleva un delantal,
guante blanco, luce aquí.
Es la medida
que mejor le calza, sí.
Paracaídas de telaraña.

Dos muñecas hay,
la roja hace fuerza para mí.
Agradecida,
ay, su salvador yo fui.
Paracaídas de telaraña.

Un manto de piedad, al fin,
que a veces es un manto de duda.
El hábito que el monje habita,
ahora hizo blanco en mí.

¿Qué esperás para hablarme a mí?
Tan de madrugada,
o cuando tengas frío.

Controla los vientos
divide las aguas,
muñeca roja, te hiciste carne
para guiarnos al nuevo mundo.

Tan de madrugada,
o cuando tengas frío.
¿Qué esperás para hablarme a mí?
Tan de madrugada,
o cuando tengas frío.
O cuando tengas frío.

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