Cuando deje de vivir a la intemperie,
cuando me sonría la vida
quiero pillarme un terreno

y currarme un jardincito que regaré con amor.
Quiero plantar marihuana en los rincones más tristones
y llenarlos de alegría,
de ilusiones
florecidas.
También quiero un par de chuchos
y si acaso un borriquito,
compañeros más que fieles
los que me acompañen siempre.
No rompáis el arte a mi manera
cuando llevo dosmil lunas nuevas
trapicheando en los parques,
robando hasta las pilas del mando,
añorando mi Guadalquivir,
los naranjos de la tierra en que nací.
Y en las mañanas de invierno rancias y duras
con niebla y mala hostia,
que no se mate mi ansia,
que no se estanque mi esmero,
que no se esconda los gritos,
que no se callen las luces,
que no me hablen los secretos
ni aun de oro,
pero esto
cuando deje de vivir a la intemperie,
cuando me sonría la vida.
No rompáis el arte a mi manera
cuando llevo dosmil lunas nuevas
trapicheando en los parques,
robando hasta las pilas del mando,
añorando mi Guadalquivir,
los naranjos de la tierra en que nací.
No rompáis los cuadros que he pintado
con escarcha y con fragmentos de mi vida
en tantas noches sin tinta
embrujado por la añoranza
de sentir la brisa amarga
que le da nombre a mis sueños
y a los ácaros del triunfo
que he portado con solera
como cuando fue fracaso.

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