Iban muchachos desnudos,
ay, soledad de la luna,
a torear junto al río
hambres de sueño y fortuna.
Planta sus pies frente al toro
y se queda solo y es una escultura,
y esa belleza desnuda
templa, para y manda por la madrugá,
que el pulso de las muñecas
a su boca seca más valor le da.
La luna llega y la para
qué estampa,
luego, mandando, la templa,
y el campo que lo contempla
se inventa
silencios de Maestranza.
Y en este verte y no verte
la luna en el horizonte
sabe ya que es Juan Belmonte
que va cargando la suerte, que va
que va cargando la suerte.
Eran los años oscuros
y anochecer de una vida
tu nombre está en el toreo,
bien ganaste la partía.
A solas está de nuevo,
campo, tierra y cielo, igual que aquel día
y encierra un toro en la plaza,
templa, para y manda, la luna no está,
ay si la luna estuviera
mala compañera es la soledad.
La muerte llega y la para,
qué estampa,
luego, mandando, la templa,
y el campo que lo contempla
se inventa
silencios de Maestranza.
Y en este verte y no verte
rompe el vuelo una paloma
y suena aquella pistola
que va cargando tu muerte, que va
que va cargando tu muerte.